"El fantasma de la Ópera existió de verdad. No era, como se creyó por largo tiempo, una criatura producto de la imaginación de los artistas, la superstición de los empresarios o la mente absurda e impresionable de las jóvenes integrantes del ballet, sus madres, las acomodadoras, los empleados del guardarropa o el portero. No, era de carne y hueso, aunque tenía todos las características externas de un verdadero fantasma, es decir, de un espectro". Gaston Leroux

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